Apología del YOGA, ¿qué es para ti?
- Yogui ti
- 20 ene 2023
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 1 mar 2023
APOLOGÍA DEL YOGA.
Carmelo Rios.
Yoga es una palabra de origen sánscrito (योग en devanagari) que significa unión, un palabra similar al latin religare, reunir, armonizar los opuestos.
Hatha es una palabra que que viene a significar Sol y Luna.
El Yoga no es un nuevo invento.
Fué descubierto por los sabios-ascetas de la India y los Himalayas (los rishis o veedores) hace miles de años, con objeto de ayudar y hacer avanzar a la Humanidad.
El yoga te une o te reune contigo mismo, con la Naturaleza, con lo divino en tí y fuera de ti.
Yoga es muy útil para la vida.
Flexibiliza el cuerpo y la mente.
Abre el corazón.
Expande la conciencia.
Despierta la consciencia.
Produce un efecto sumamente benéfico sobre el sistema nervioso.
Unido a la respiración (pranayama) y a la vocalización (Shabda o Nada) es un arte maravilloso que aporta claridad, luminiscencia, belleza, inspiración, calma y serenidad.
Grandes escaladores, buzos, artistas, astronautas, escritores, músicos, maestros de artes espirituales, creadores, profesores y personas de talento practican Yoga.
Mantiene el cuerpo flexible hasta el final del ciclo de la vida. No disociado de la mente y de los pensamientos.
Millones de personas reconocen que la práctica del Yoga ha cambiado sus vidas.
Modifica los hábitos de vida, de alimentación, de sueño, hasta la manera de caminar, de dormir, de pensar, de hablar con los demás, de escuchar al prójimo.
Y a sí mismo.
Practicar yoga bajo los árboles, recibiendo la luz a través de las hojas y las ramas, es un bálsamo para el corazón.
Al alba o al ocaso es un poema vivo, como pintar con tu cuerpo un cuadro de Monet, Matisse, Sezanne, Degas o de Van Gogh.
Vibrante, trémulo, pulsatil.
En la playa, al amanecer o al atardecer, escuchando las olas del mar, es una medicina para el alma, evocadora del recuerdo y del origen.
Y también del final.
El Yoga te enseña a respirar, en realidad a recuparar la respiración perfecta de un recién nacido.
Una suerte de respiración primal.
Con el tiempo, te abre a una forma de respiración superior, no prenatal, mas profunda y mas lenta, en armonia con imperceptibles frecuencias cósmicas.
Templa y refina el cuerpo hasta connvertirlo en un instrumento musical.
Descubres el poder y la fuerza de la rendición, de la relajación.
Tu cuerpo, tu mente, tu respiración, devienen una orquesta que interpreta una partitura divina jamás escrita, jamás pronunciada.
Tiene que ver con los ciclos y los ritos secretos del alma.
Te hace sincronizar tu respiración con el ritmo del océano, del visible y del otro, del celestial, del universal.
Luego llega el uso del sonido, de los mantrams santos y de los cantos divinos.
Sobreviene inevitablemente la meditación, la quietud, el sosiego.
La mente se calma se detienen las modificaciones del pensamiento, las olas mentales (vitris) se silencian y emerge el ser desde la profundidad, lleno de bondad, de alegría, de ternura.
Y aprendes a escuchar sin ti, a ver el mundo sin la presencia del yo mismo.
Te abres entonces al amor, a la paz, a la belleza y a la compasión.
A la infinita ternura.
Por el contacto con una desconocida dimensión de ti mismo, descubres la existencia de lo luminoso o numínico dentro de ti.
Y por expansión, extensión y radiación, hacia cuanto te rodea.
Una expresión del amor en el que existimos y somos.
Y pasas a la acción.
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