Un sistema de comunicación y entendimiento limitado
- Yogui ti
- 17 abr 2023
- 3 Min. de lectura
A veces, en la sociedad se asocian las emociones con un síntoma de “debilidad”, se dice en ocasiones algo así como: “si te dejas llevar por tus emociones, es que eres un blando”, sobre todo esta falta de libertad emocional, en occidente al menos, se ha impuesto al género masculino. Si bien es sabido que una emocionalidad reprimida desemboca en patologías ya conocidas, estudiadas y contrastadas por la ciencia, también es cierto que una emocionalidad desbordada y sin control, tampoco sería lo más conveniente, “la vida es un baño de lágrimas”, dicen algunos; la vida hay que vivirla “intensamente”, se dice… Asociar este “intensamente” a dejarse llevar por las emociones sin tener ninguna noción de la realidad, más allá de la que te proponen estas emociones, es caer en el mismo error que reprimir las emociones, pero a través del extremo opuesto.
Las personas estamos demasiado acostumbradas a guiarnos por lo que conocemos, y lo que conocemos, es un sistema de símbolos (nuestro lenguaje) que nos polariza inmensamente (bueno-malo; esto-lo otro; positivo-negativo, izquierda-derecha, divertido-aburrido, etc). Fíjate hasta qué punto el lenguaje nos coloca en un extremo o en otro, expresa un punto al que aparentemente nos vinculamos, completamente alejado del punto opuesto (siempre tiene que haber una referencia, algo a lo que compararse u oponerse, por eso se conoce como sistema dualista). Y lo increíble es que creemos devotamente en este sistema, únicamente porque no conocemos otro.
No estamos acostumbradas a plantear el camino medio, ya que medio suena a “mediocre”, indefinido, inacabado, etc. y esto nos suele poner muy nerviosas. Analicemos por ejemplo lo siguiente: ¿por qué cuesta tanto sacarse una oposición? Quizás pienses en el tiempo y el esfuerzo que requiere, lo mucho que hay que estudiar, si se te da bien o no, el sacrificio, etc., pero, subyace a todo esto precisamente este aspecto, tenemos la necesidad de finalizar lo que quiera que estemos haciendo cuanto antes para pasar a otra cosa diferente; no nos gusta estar mucho tiempo, aparentemente, en el mismo lugar, aunque no sea así, nos inquieta “sentir” que no avanzamos, aunque tampoco sea así, normal, jamás hemos practicado la calma mental, ni nos hemos parado a analizar si lo que sentimos es verdaderamente como aparenta, somos muy superficiales y por ello, nos zarandean las emociones sin parar o bien, las reprimimos, hasta que ya no podemos más…
Esto no es algo extraño, quizás si has tenido que preparar alguna prueba a muy largo plazo, si pasaste por una lesión muy dura, o si tuviste que permanecer en cuarentena por un largo tiempo… sepas a lo que me refiero. Los hábitos que hemos seguido a lo largo de nuestra vida están definiendo la forma en que nos relacionamos con nuestro mundo, nuestro presente, nuestra manera de pensar y de sentir. Algunos dicen que la gente nunca cambia, otros dicen que quien cambia no es fiel a sus principios… Fíjate, ¡¡son siempre expresiones polarizadas!!
Quizás puedas identificar algún hábito polarizado en ti, ¿cuál es?
Quizás hayas interpretado que tener un hábito polarizado es algo…¿”malo”?, pero si lo defines de esta manera, no estás sino cayendo en el mismo patrón dualista. Y aquí viene el gran reto, ¿eres capaz de identificar y observar tus hábitos sin juzgarte?, ¿eres capaz de aceptar todo lo que hay en ti tal cual es?
Sería imposible salir de un sistema polarizado como el que estamos acostumbradas a través del mismo sistema… Por eso se suele decir tanto que lo principal es aceptarse, quererse tal y como se es. Pero NO para reforzar las ataduras que ya tienes a tus hábitos pre-existentes, sino precisamente, para liberarte de todo ello.
Dharma Tsültrim Puntsoc
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